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Diario de un vagabundo. El Veradeen

Un mundo dominado por la Sombra, un mundo en el que sobrevivir es lo único que importa, y muchas veces a cualquier precio.

     No tardé en darme cuenta de esto, y ahora que estoy solo he aprendido algo más: un hombre solo puede fiarse de si mismo. En Eredane no existen los amigos ni los camaradas, pues tarde o temprano la supervivencia se sobrepondrá a la amistad o a cualquier sentimiento de afecto.

     Durante estas primeras semanas de soledad, vagando por los oscuros y fríos valles del Veradeen, he aprendido muchas cosas sobre mí, y en más de una ocasión he visto peligrar mi vida, pero como dije antes, sobrevivir es lo único que importa, y es ese deseo lo que me ha salvado la mayoría de las veces.

 

     Estamos en pleno invierno…gélidas temperaturas y noches más largas que los días. Las huestes de la Sombra caminan por estas regiones, grandes bandas de orcos lideradas por los temibles oruks merodean por los boscosos valles con el único deseo de masacrar y destrozar a los elfos. Pero yo conozco a los elfos de estas tierras, los Erunsil, y sé que no se dejarán capturar con facilidad. Muchos de ellos poseen collares adornados con los colmillos de los oruks a los que han vencido.

 

     He oído unos gruñidos acompañados de unas pesadas botas. Orcos. Después de dar con ellos me dispongo a seguirlos, y tras ver que no son un grupo muy numeroso decido acabar con ellos. Ninguno de los orcos se ha percatado de mi presencia y desde mi elevada posición consigo abatir a tres de ellos gracias a mi arco de maderahielo, un regalo de mis “hermanos”, para después caer sobre ellos como un torbellino de muerte y destrucción. Los dos restantes caen bajo el acero de mis espadas, aunque uno de ellos me ha herido en el brazo y en la pierna. Los erunsil me enseñaron a luchar con la fuerza y la destreza de diez hombres, si no hubiera sido así, este pequeño grupo de orcos habría acabado conmigo.

     Tras el combate, decapito sus cuerpos. No quiero problemas más adelante…

     Ahora, me dirigiré al sur a través del bosque.

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