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Diario de un vagabundo. Vineraheen

Diario de un vagabundo.  Vineraheen

     Me he desviado algunas millas hacia el sur. No muy lejos, atravesando el río se halla el Pantano de los Druidas. Los Caransil me advirtieron de que no me acercara allí. En verdad el lugar no invita a ello. Desde hace varios días el paisaje ha cambiado gradualmente. Espesas neblinas cubren los pantanosos suelos. La vegetación es muy frondosa, y los arces y cipreses del pantano parecer cerrar todos los posibles caminos.

     Desde el primer momento, parece que el viajero entra en un mundo que no lo necesita, un mundo lleno de brumosos misterios y de magia. No quiero acercarme demasiado, pues extrañas y peligrosas criaturas habitan en las inmediaciones del Pantano.

     Según tengo entendido, en ésta ciénaga habitan unos extraños y misteriosos místicos y magos que son los encargados de entrenar a los elfos que son enviados aquí para aprender a comprender el Susurro del Bosque. Al parecer, Erethor está impregnado de la magia de los espíritus elfos. Hace tiempo leí sobre ello. Los elfos tienen un ritual muy antiguo, cuya finalidad es dar descanso al espíritu del muerto en el propio bosque, en los árboles. Así, los espíritus de los elfos pasan a formar parte de Erethor. El Susurro son las misteriosas voces de esos espíritus, que sólo algunos pueden oír. Aquellos que se entrenan en el arte del Susurro llegan a comprender esta magia y pueden ponerse en contacto con los espíritus de los antiguos elfos que descansan y protegen el bosque. Es una magia tan poderosa que incluso pueden saber lo que está pasando a más de cien millas de donde se encuentran.

     He oído algo a mi espalda. Algo me acecha. Los viajeros no son bien recibidos en este lugar. Quizás lo mejor sea seguir mi camino, pues hay seres en estos lugares que es mejor no llamar su atención. Percibo un movimiento justo detrás de mí, aunque no consigo distinguir nada. Siento como una hoja que ha caído de un árbol me roza levemente. Me invade un sueño profundo y pierdo la consciencia.

 

     Me despierto, aunque simulo que sigo durmiendo para vigilar y mantenerme alerta de donde estoy sin dar señales de ello. Me encuentro solo. Solo en un lugar lejos de donde caí dormido. Ahora entiendo lo que ocurrió. La hoja que me rozó provocó que me sumiera bajo un poderoso conjuro de Sueño. Hace tiempo oí hablar de las Vineraheen o arboledas guardián. Lugares encantados de Erethor que protegen determinados lugares. Me encontraba en uno de esos lugares, custodiado por una arboleda guardián. Solo tuvo que dejar caer una de esas hojas sobre mí.

     Alguien no quería de mi presencia en el lugar. Si hubiese sido un orco u otra criatura enemiga del bosque ahora estaría muerto. Sin embargo alguien me ha alejado de allí sin hacerme el menor daño.

     He de decir que durante el tiempo que he dormido he tenido varios sueños. Ha sido extraño pues he visto mi antiguo hogar en el Veradeen. He visto combatir a los Erunsil cerca del Muro de Fortalezas… y ha sido muy real.

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